
En su momento ocuparon menos líneas en prensa escrita y minutos en televisión la decisión de posponer su maternidad de la presidenta de la comunidad andaluza, la entonces ministra de defensa, la vicepresidenta del gobierno… y eso que su postura, con todos mis respetos (porque cada madre decide lo que es mejor para su familia y para ella misma) perjudicaba mucho mas a las verdaderas victimas de la conciliación: los niños.
Hoy Carolina ha defendido con símbolos a los niños, a sus madres, a sus padres, a las familias.Luego que cada cual obre según sus convicciones.
Con ese niño mamando en la bancada del Congreso se escribe la primera línea para lograr una conciliación coherente con una vida familiar plena, donde las madres puedan decidir libremente como gestionar su maternidad y no sean otros los que impongan formas, plazos, normas a situaciones en las que solo el instinto y las necesidades de los niños y sus madres deberían ser gestores.
Claro que no todos los trabajos se desarrollan en el lugar idóneo para que un niño comparta ese tiempo con su madre. Por supuesto que ninguna mujer debe renunciar a su desarrollo profesional por el hecho de ser madre. Pero si que no debemos dejar de levantar la voz hasta que existan otros plazos y permisos que permitan compatibilizar maternidad/paternidad/familia y trabajo.
Hoy Carolina ha dado un gran grito silencioso en el lugar donde las leyes que cambian la vida de todos se formulan, se discuten y llegado el caso, se aprueban para que todos podamos tener un futuro mejor, mas coherente con nuestra naturaleza, mas humano.
Gracias Carolina.