Lucas nació el 12 de diciembre, el 28 (día de los Santos Inocentes…¡menuda inocentada¡), cuando tenía 16 días algo comenzó a ir mal. Primero fueron pequeños vómitos tras las tomas. Las primeras voces que se pronunciaron, las familiares, anunciaron reflujo gastroesofágico… aunque hubo alguna que indicó que lo que le ocurría era que “le daba demasiada teta”… yo había puesto en práctica la lactancia a demanda y esta no era bien entendida en un entorno que solo conocía el biberón y la alimentación cada tres horas.
Poco a poco los vómitos se intensificaron. Se producían a partir de la media hora posterior a la toma y cada vez eran mas abundantes, “llamativos” (tenían la apariencia de leche cuajada) y “explosivos” (llego a vomitar con el pecho dentro de la boca mientras lactaba).
Tuvimos que acudir tres veces a urgencias pediátricas hasta que el 1 de enero (buena forma de comenzar el año), con 20 días, le diagnosticaron Estenosis Hipertrófica de Píloro (EHP). Durante esas visitas previas al diagnostico escuchamos evaluaciones que iban desde una bronquitis leve a “paranoias de madre primeriza puesto que todos los bebes vomitan” (sobre esta última frase emitida por un pediatra de guardia no haré comentarios… en el momento que la pronunció su criterio dejo de tener validez para mi). Sigue leyendo