Esta semana, del 21 al 27 de mayo, se celebra la Semana Mundial del Parto Respetado que este año tiene como lema “El nacimiento y la economía”, imposible obviar esa relación en los tiempos que corren en los que el vil metal mueve los hilos de la mayor parte de nuestras decisiones. Mi embarazo no estuvo planeado, no era lo que esperábamos cuando llego. Es difícil cuadrar euros cada mes, pero cuando aparece un nuevo miembro esa tarea se convierte en todo un arte de la prestidigitación. A pesar de que no era el momento adecuado (nunca lo es si esperas “tener todo”, “vivir mas”…) seguimos adelante con ilusión. Como muy bien reflexiono mi compañero: “cuando la necesidad obliga el ingenio se agudiza”… buen consejo para los tiempos tan inciertos que nos toca vivir.
Como a toda madre primeriza lo que mas me angustiaba del proceso de la maternidad era el parto, que no el nacimiento de mi hijo, algo que esperaba con ilusión (ansiaba ver su carita, sentir su calor, su olor…); ni tampoco el fin del embarazo, ya que el parto suponía dejar atrás el dolor de espalda, las piernas hinchadas y el cumulo de molestias que se sienten en los últimos meses de gestación…; no, lo que me quitaba el sueño era el momento de la salida de mi bebe del útero y el dolor que inevitablemente sentiría ¿podría soportarlo?.
El miedo a lo desconocido es totalmente irracional, escapa de nuestro control, nos ciega, actúa como un tapón enorme que bloquea nuestros sentidos al instinto, ya de por si adormecido por la moderna evolución que nos toca vivir. El miedo al parto, aumenta con los relatos de las vivencias de otras mamas. Experiencias dolorosas, angustiosas, terroríficas, … que no hacen sino aumentar esa sensación de incertidumbre.